


La Venta, un espacio que vuelva a generar vida en Andra Mari
Hablamos de #BentaraNoa con Karmelo Salabarri, Jon Basarte (en la fotografía) y Pedro Oliver. Los tres son vecinos del barrio de Andra Mari y conocen bien la historia del edificio en los últimos 60 años.
¿Qué podéis contarnos sobre La Venta?
La Venta dividía en dos el barrio de Andra Mari: Goiherri y Beherri. Ha sido siempre un lugar de encuentro, los carreteros paraban todos aquí. En la época de Mari Laraudogoitia las Idi Probak se hacían en la carretera, frente a La Venta. Los veraneantes venían a comer chorizo frito; a veces, si habías pescado unos pulpos en Azkorri se cocinaban en La Venta y se comían en cuadrilla allí mismo. Eran famosas las partidas de mús después de misa de 10.00h. que, en ese momento, eran con 6 participantes, tres contra tres. Además, el juego que más valía era 33, luego la 31 real y luego la 31. También había un billar y la distribución de la barra era diferente, daba más espacio a las mesas. Y fuera, estaba el quiosco de golosinas de Petra. Más tarde, dos matrimonios cogieron el arrendamiento. Larra (Larrabide) y Claudi y Serafín y Martina, esta última hermana de Claudi. Más adelante, fue Santi junto a un socio quien se hizo cargo tanto del bar como del restaurante. La Venta no tenía una función formal como espacio de gobierno, pero sí ha sido un lugar de encuentro y de reunión habitual. En un momento de tensión en el barrio por la promoción de una serie de viviendas junto a la Ermita, La Venta fue en espacio de reunión de los y las vecinas afectadas.
¿Qué uso podríamos dar a La Venta?
Desde que La Venta está cerrada no hay ambiente. La vida ha cambiado bastante, la gente viene a dormir y cada uno vive en su casa. La Iglesia convocaba mucho más hace años y los vecinos de Malakate venían a La Venta; ahora, allí hay un parque y las consumiciones en esa zona son más baratas. La Venta podría ser un espacio de hosteleria profesional y asequible, una sidrería, un restaurante que pueda preparar comida para degustar allí mismo o llevar a casa; un bar abajo pero, quizás, separando la parte de arriba para otras actividades. Podría ser algo que vuelva a generar un lugar de encuentro y dé vida al barrio, un espacio donde poder tomar alguna consumición mientras los hijos y nietos se encuentran entretenidos. Con wifi y actividades culturales podría ser atractivo.
¿Se os ocurre algún lugar donde estén haciendo algo parecido al uso que proponéis?
Podría ser una especie de Kafe Antzoki o Plateruena, el espacio cultural popular de Durango. La discoteca sin alcohol en el polideportivo también daba vida a la zona.